ESTE ES UN VIDEO ASOMBROSO:
jueves, 7 de octubre de 2010
¿ROSTRO DE JESUS HECHO POR OVNIS?
Publicado por Marcelo Kiedis en 15:54 0 comentarios
AREA 51 AL DESCUBIERTO
El Área 51 es una sección situada en el centro de la Base de la Fuerza Aérea de Nellis, a 170 km al norte de Las Vegas (Nevada), y es propiedad del Departamento de Defensa de los Estados Unidos y de la Fuerza Aérea. Aparentemente contiene instalaciones donde se prueban aeronaves secretas y es uno de los lugares más secretos del mundo. El nombre oficial es Air Force Flight Test Center, Detachment 3, pero se le conoce también como: Watertown, Dreamland, Groom Lake, Rancho Paraíso, La Granja, La Caja, y Área de Dirección del Desarrollo.
La base se encuentra dentro de la instalación de entrenamiento del Nevada Test and Training Range. Aunque las instalaciones del polígono de tiro están gestionadas por la 99th Air Base Wing y la Base de la Fuerza Aérea de Nellis, la instalación de Groom Lake parece estar ejecutandose junto al Centro de pruebas de Vuelo de la Fuerza Aérea, del inglés, Air Force Flight Test Center (AFFTC) en la Base de la Fuerza Aérea de Edwards en el Desierto de Mojave.
También es famosa como tema de muchas teorías de conspiración del fenómeno OVNI, ya que para los seguidores y fanáticos de teorías conspiratorias, ovnis y extraterrestres, el Área 51 es una base militar donde el gobierno de los Estados Unidos oculta, estudia, y experimenta tecnología de origen extraterrestre.
El nombre Área 51 proviene de una división en zonas que hizo el gobierno estadounidense para la administración de servicios con la intención de designar una porción del desierto de Arizona.
La base militar en cuestión, parece haber sido una instalación de la CIA desde la que partían vuelos espía en dirección a la URSS. El secreto que rodea a la base y la política contradictoria del gobierno de los Estados Unidos admitiendo que tal base no existe, ha llegado a convertirse en el tema principal de las teorías de conspiración y el Fenómeno OVNI.
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lunes, 4 de octubre de 2010
OVNIS
Ovnis, ¿Realidad O Paranoia Colectiva? |
emosde creer en los Ovnis? Sólo los escépticos más empedernidos pueden sostener todavía que los Ovnis no existen. Pero ¿hasta qué punto son reales? Sin duda debe haber más de una respuesta. | |||
«Volaban como platitos que se hubieran hecho rebotar sobre el agua.» Así describió Kenneth Arnold, hombre de negocios y experimentado piloto norteamericano, los insólitos objetos voladores que había visto el 24 de junio de 1947, cuando sobrevolaba la costa Oeste de Estados Unidos. Los periodistas recogieron esta expresión y, desde entonces, el término de «platillo volante» se aplicaba al fenómeno de los Ovnis. Esta palabra constituye la abreviatura más común en castellano de la expresión Objetos Voladores No Identificados (en inglés suele abreviarse UFO: Unidentified Flying Object). Este ridículo apelativo ha contribuido al recelo que demuestran los sabios "oficiales". sólo algunos se han tomado la molestia de efectuar investigaciones sobre este curioso fenómeno, sin duda el más extraño de nuestra época. Pero incluso el que sea "de nuestra época" se halla sujeto a controversias: mucha gente afirma, que los 0vnis han venido siguiendo a la humanidad desde el principio de su historia. Hayan o no existido los Ovnis en el pasado, es innegable que las observaciones de 0vnis han proliferado de manera asombrosa durante los últimos treinta años. Este hecho parece estar relacionado con los primeros pasos del hombre en el campo de la exploración espacial, y dicha relación es sin duda un dato importante a la hora de intentar explicar el fenómeno de los Ovnis. La estimación de la cifra total de las observaciones de Ovnis varía en unas proporciones tan considerables que pierde todo significado. Mucho más útiles son las apariciones de Ovnis que figuran en los informes y catálogos publicados por organismos de investigación especializados, y en los que cada "encuentro" suele aparecer una vez verificado y certificado por los investigadores responsables. Sin embargo, ¿cuántos no han sido comunicados o examinados de manera rigurosa? A principios de los años setenta, los investigadores intentaron establecer relaciones de todos los casos de aterrizajes de Ovnis señalados en diferentes países: en Estados Unidos se registraron 923. ¿Son reales los Ovnis en la misma medida en que decimos que son reales los cohetes espaciales? La prueba más segura sería tener alguno a nuestra disposición. Según ciertos rumores insistentes, esto habría ocurrido en algunos países; el gobierno de Estados Unidos habría capturado un Ovni, y mantendría el hecho en el más absoluto secreto. Pero esto no es más que una conjetura, a pesar de los juramentos que han formulado pretendidos testigos. De hecho, la hipótesis de una intervención -o de una no intervención- gubernamental es otro aspecto fascinante de la controversia sobre los Ovnis. A falta de un Ovni "real" que pudiéramos tocar y examinar, existen muchísimas "pruebas" de la realidad del fenómeno, en forma de fotografías y algunas películas. La mayoría de estos documentos son, sin lugar a dudas, falsos; incluso cuando los presentan personas aparentemente de buena fe, son tan borrosos, tomados de tan lejos o tan ambiguos que no hacen más que agregar una nueva dimensión al problema: ¿por qué, si los Ovnis existen, no hemos obtenido mejores pruebas fotográficas, en una época en que tanta gente tiene la costumbre de llevar siempre consigo cámaras fotográficas o videocámaras? Entre las pruebas más sólidas que poseemos acerca de este fenómeno, hay que examinar los efectos causados por los Ovnis sobre el en torno, el paisaje y los objetos, y en particular sobre los motores. A media mañana del día 24 de mayo de 1974, don Demetrio Carrascosa, de 53 años, vecino de San Clemente (Cuenca, España), viajaba en su motocicleta por las cercanías del río Rus, cuando de pronto avistó un objeto con forma de limón. Media unos 4 m de longitud y unos 3 m de altura, y el cuerpo del aparato se apoyaba en tres o cuatro patas que lo mantenían a unos dos metros por encima del suelo. El señor Carrascosa intentó acercarse para verlo mejor, pero el objeto se elevó rápidamente, emitiendo un ruido silbante. Las ondas expansivas de sus violentas rotaciones hacían que saltasen piedras y pedazos de tierra. Entre los rastros que dejó se encontraron plantas marchitas, agujeros en el suelo y piedras calcinadas que, aparentemente, habían soportado una temperatura de más de 2.000 °C. De modo semejante, en noviembre de 1976, un camión y un coche que circulaban en sentido contrario en una carretera de Hampshire (Gran Bretaña) se averiaron simultáneamente cuando un objeto bastante voluminoso y en forma de huevo se interpuso entre ambos. La policía e incluso el Ministerio de Defensa investigaron este incidente, pero nunca se dio una explicación oficial. Casos como éstos pueden desconcertar a los investigadores, pero una cosa es cierta: si pueden producir efectos físicos, sin duda los Ovnis deben tener una realidad física. Asimismo, si los Ovnis son objetos físicos, deben provenir de algún lado. Cuando se observaron los primeros (de este siglo), en los años cuarenta, se supuso que tenían origen terrestre. Los norteamericanos pensaron que se trataba de aparatos secretos soviéticos, quizá perfeccionados gracias a los conocimientos aportados por los científicos alemanes que habían caído prisioneros al finalizar la segunda guerra mundial. Pero, dado que se observaban aparatos idénticos en todo el mundo, se hizo evidente que ninguna nación terrestre podía ser su artífice. Surgieron también otras teorías ingeniosas, pero siempre carentes de pruebas. Así, se pretendió que venían del Himalaya, que desde siempre gozaba fama de ser cuna de un saber misterioso, o bien de la Antártida, con sus inmensas regiones todavía inexploradas y de condiciones climáticas anormales. Sin embargo, los interesados en el fenómeno Ovni empezaron a poner sus miradas más allá de la Tierra, espoleados por el hecho de que nuestro propio programa de exploración espacial estaba en sus inicios. La humanidad empezaba a interesarse activamente por los mundos más allá del nuestro, y parecía razonable pensar que otras civilizaciones dotadas de una tecnología igual o superior a la muestra pudieran manifestar un interés parecido por nosotros. No obstante, aunque el número de fuentes potenciales de vida en el Universo sea virtualmente infinito, la probabilidad de que exista una civilización con un estado de desarrollo tal que le permita efectuar viajes espaciales es ínfima. Resulta desalentador el hecho de que no se haya descubierto ninguna prueba irrefutable para sostener la hipótesis del origen extraterrestre de los Ovnis: es la mejor explicación que poseemos, pero no pasa de ser una especulación. ¿Mensajes Del Espacio?Hoy se admite generalmente que los Ovnis plantean un problema no sólo al astrónomo y al físico, sino también al sabio "ortodoxo", con lo cual el estudio global de este tema requiere hasta cierto punto un enfoque interdisciplinar: los psicólogos confirman que la respuesta de un individuo frente a este fenómeno viene condicionada por su perfil psicológico, mientras que el sociólogo relaciona estas respuestas con los modelos culturales; el antropólogo señala ciertos paralelismos con mitos y creencias tradicionales, mientras que el parapsicólogo destaca que las observaciones de Ovnis a menudo van acompañadas de manifestaciones psíquicas, como la precognición y el fenómeno poltergeist. Esto último se aplica particular mente a los casos de "encuentros", cuando el observador afirma haber entrado en contacto y haberse comunicado con los ocupantes de un Ovni. Estas entidades suelen ser descritas como criaturas extraterrestres, diferentes de nosotros, y que a menudo se presentan como embajadores de una potencia intergaláctica; su finalidad es observar a los seres humanos, prevenirles contra la inadecuada utilización de los recursos terrestres y hacerles llegar mensajes de amistad procedentes de una Fraternidad cósmica. Si sólo se hubieran registrado uno o dos casos de dichos "encuentros", podríamos descartarlos como productos de una fantasía desbordante; pero existen cientos de casos idénticos en los dossiers. Si se pudiera demostrar la autenticidad de uno solo de estos casos, con las pruebas necesarias, la cuestión de los Ovnis contaría con una base sólida, y merecería la atención de los científicos. Pero, en todos y cada uno de los casos, los interrogantes no han sido totalmente desvelados: ¿se ha producido realmente el encuentro, o se trata de una simple invención, de una falsificación? Las hipótesis van desde el "lavado de cerebro" realizado por invasores extraterrestres hasta la posibilidad de una invención propiciada por la CIA... Es casi seguro que los Ovnis existen, tanto en el plano físico como en el psicológico; no obstante, debemos reconocer que, incluso si son reales, no son lo que parecen. El misterio de los Ovnis encierra esta paradoja. |
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¿Donde Viven Los Ovnis?
Sabemos qué estrellas podrían albergar vida. Pero, ¿se han enterado los extraterrestres de que hay vida en la Tierra? ¿Están investigando igual que nosotros? | |
La creencia de que la humanidad no es la única forma de vida inteligente en el Universo es muy antigua. Y es más que una creencia: como dijo el filósofo Metrodoro en el siglo III a.C., «considerar que la Tierra es el único mundo poblado en la infinidad del espacio es tan absurdo como asegurar que en un campo sembrado de mijo sólo germinará una semilla.» De hecho, las posibilidades matemáticas de que el hombre no sea la única criatura inteligente en la inmensidad del espacio son muy altas, pero subsisten problemas que deben superarse antes de que podamos estar seguros de que entraremos en contacto con otra civilización. Uno de ellos, como hemos visto, es el problema de que una civilización tecnológicamente avanzada sobreviva el tiempo suficiente para recibir un mensaje de la Tierra. Usando la misma lógica, nosotros podríamos desaparecer en el tiempo que tarda la señal en ser recibida y contestada. Otro problema es hacia dónde dirigir nuestras señales y, aunque nuestros mensajes sean recibidos, ¿cómo podremos estar seguros de que son entendidos? Las Condiciones De La Vida
Presupondremos que la vida que podremos encontrar es, biológicamente, igual que la vida de la Tierra, o sea una vida basada en el carbono y el agua. Esta idea es lógica porque, aunque en teoría la vida puede surgir en temperaturas que van desde la que hay en la superficie de una estrella hasta la de un planeta frío, esa vida difícilmente estará compuesta por los mismos materiales o se parecerá a la de la Tierra. Además, la biología terrestre incorpora materiales -carbono, nitrógeno, hidrógeno y oxígeno- que existen en grandes cantidades en el espacio, y las condiciones de la Tierra se prestan para que surja vida basada en ellos. Es lógico que la vida aparezca a partir de las sustancias que abundan, como comprendió instintivamente Metrodoro. En la práctica, esto significa empezar la búsqueda por las estrellas más parecidas a nuestro Sol. En materia de estrellas, el Sol no es particularmente grande ni pequeño, y esa moderación es crucial para el desarrollo de la vida. Una estrella pesada arde con brillo, y arde rápido; una que tenga el doble de su masa será el doble de caliente, pero durará la décima parte del tiempo de vida que se predice para el Sol: mil millones de años en vez de diez mil millones. Y además, emitirá grandes cantidades de radiaciones letales de onda corta que impedirán la aparición de cualquier tipo de vida. Una estrella relativamente ligera, en cambio, durará mucho tiempo, pero no producirá suficiente luz para mantener la vida, pese a que sus radiaciones serán comparativamente inofensivas. Sucede que las formas de vida más primitivas y tempranas -las plantas- dependen de la luz del Sol para descomponer el dióxido de carbono de la atmósfera, utilizar el carbono como alimento y liberar oxígeno. Nuestro Sol es un afortunado punto medio entre los extremos de calor y frío; existen unos 5.000 millones de estrellas como él en la Galaxia. Sin embargo, la mera existencia de estrellas del tipo del Sol no significa que haya vida -o pueda haberla- en sus proximidades. Cualquier proceso biológico necesita la protección de un planeta: un lugar protegido por su atmósfera de las radiaciones ultravioleta, que funcione como lugar de encuentro para los elementos químicos de la vida. Para un astrónomo moderno resulta bastante fácil encontrar las estrellas adecuadas. Pero encontrar una acompañada de todo un sistema planetario es un poco más complicado.
Los resultados de una investigación sobre la naturaleza de las estrellas con planetas, publicada en 1976 por Helmut Abt y Saúul Levy, son cruciales a este respecto. Abt y Levy observaron que los sistemas de estrellas dobles (o estrellas binarias) se dividen en dos categorías: los que necesitan 100 años o más para completar una órbita alrededor de la otra, y aquellos en que las estrellas están más cerca la una de la otra y completan sus órbitas con más rapidez. Razonaron que los sistemas binarios más cercanos y de período corto se crearon cuando la nube de gas giratorio de la que se forman las estrellas se partió en dos. A medida que la rotación de la nube aumentaba, aumentaba también su densidad, y la protoestrella se volvió inestable; finalmente se dividió y formó una estrella doble. Cuando calcularon la cantidad de energía de esos sistemas, llegaron a la conclusión de que todas las protoestrellas que se estaban condensando se dividieron de esa forma. Pero un tercio de las estrellas que estudiaron Abt y Levy no tenían soles acompañantes. La conclusión a que llegaron fue que se habían formado planetas en vez de estrellas. Los astrónomos calculan que las estrellas que tienen una vez y media la masa de nuestro Sol o menos, producen suficiente luz y duran el tiempo necesario para que la vida aparezca en sus planetas. Del trabajo de Abt y Levy se desprende que las estrellas de ese tamaño que no forman parte de un sistema binario próximo deberían tener planetas. Esos planetas podrían albergar vida y... si hay vida, ¿por qué no civilización? Es posible detectar la existencia de planetas alrededor de una estrella al buscar variaciones en su movimiento por el espacio. El movimiento es resultado de la rotación de toda nuestra Galaxia; la variación es un «bamboleo» causado por el efecto gravitatorio de los satélites que pueda tener la estrella. Y en 1963, Peter van de Kamp, astrónomo del observatorio Sproul de Pennsylvania (Estados Unidos), anunció que la enana roja llamada estrella de Barnard -la segunda más próxima a nuestro Sol- parecía tener un sistema planetario. En 1978 ya se habían descubierto una docena de estrellas con planetas tanto más grandes que nuestro Júpiter, pero todas eran enanas rojas. Ninguno podía albergar vida. Pese a ello, otros astrónomos están observando estrellas más prometedoras, usando el método más sensible de la espectroscopia. Ésta mide los cambios de longitud de onda de la luz emitida por las estrellas, cambios causados por los planetas que giran a su alrededor. Otro método es la interferometría por rayos láser, que anula en gran parte el efecto de la atmósfera de la Tierra y permite medir con precisión el comportamiento de las estrellas. Pero el trabajo es largo y delicado, y pasarán años antes de que dé resultados. Y, cuando se descubran los planetas, ¿qué? Las señales de radio siguen pareciendo el mejor método para establecer contacto, y en ese caso sólo las civilizaciones tecnológicamente avanzadas podrán responder. Si se envían ondas equipadas con cámaras podrán proporcionar pocos datos, ya que las cámaras necesitarían lentes de gran definición, capaces de distinguir detalles pequeños a pocos metros de distancia. Por otro lado, aunque los astronautas sólo han llegado a la Luna, sondas automáticas han aterrizado ya en Marte y en Venus y han viajado más allá de Júpiter y Saturno. Nuestra primera exploración de las estrellas, entonces, podría hacerse por medio de sondas estelares, más que con misiones tripuladas. Usando la misma lógica, es posible que si los extraterrestres quisieran visitarnos, al principio no lo hicieran personalmente sino por medio de sondas que atravesarían nuestro sistema solar y enviarían mensajes acerca de la vida en la Tierra.
Nosotros mismos hemos enviado sondas, no sólo para obtener información sino llevando un mensaje de la Tierra a otros seres del espacio. El 3 de marzo de 1972 se efectuó el lanzamiento de la sonda dirigida a Júpiter, Pioneer 10. Fijada en su antena había una pequeña placa grabada en una plancha de aluminio anodizada con oro cuyo tamaño era de 15 por 22,5 cm. En la plancha está grabado un mensaje en clave que fue compuesto por los astrónomos norteamericanos Carl Sagan y Frank Donald Drake. Está escrito según el código binario que usan las computadoras, y localiza a la Tierra en relación a los púlsares más próximos, que forzosamente constituirían «señales físicas» reconocibles para cualquier civilización tecnológicamente avanzada. Otra parte del grabado muestra las posiciones de los planetas del sistema solar, con la trayectoria del Pioneer X marcada entre ellos. Pero el detalle más discutido de la placa es un diagrama que muestra al Pioneer X y, frente a él, a escala, las representaciones de un hombre y una mujer desnudos. Se debatió mucho el hecho de que el hombre tuviera el brazo levantado, en lo que -se espera- será interpretado como un saludo de paz. Pero el escritor científico Ian Ridpath informa que cuando levantó un brazo frente a una jaula llena de monos Rhesus, que están estrechamente emparentados con el hombre, éstos le atacaron. ¿Qué entenderán de esto otros seres? Presumiblemente, cualquier civilización suficientemente avanzada como para hacerse con la sonda tendrá el conocimiento científico necesario para entender los símbolos puramente técnicos. Pero Sagan ha señalado que los dibujos de los seres humanos podrían desconcertarlos, ya que quizá no se parezcan a ninguna forma de vida conocida por ellos; quizá no se den cuenta, siquiera, de que se trata de formas de vida. Pero, ¿y si una sonda espacial ha pasado ya junto a la Tierra? ¿Les interesaríamos? ¿Se molestarían en venir a visitarnos personalmente? Estamos empezando a demostrar que podemos enviar cohetes de nuestro planeta a otros mundos; también hemos mostrado una notable incapacidad para vivir en paz y resolver los problemas de nuestro planeta. Pero ahora que podemos impulsarnos, junto con nuestros problemas, hacia las estrellas, podríamos adquirir gran interés para los habitantes de otros mundos. Cualquier federación galáctica preocupada por su supervivencia y la paz de la Galaxia, sin duda querrá vigilarnos cuidadosamente. En realidad, ¿no será que ya hay extraterrestres viviendo entre nosotros? Si quisiéramos estudiar una cultura primitiva, trataríamos de pasar lo más desapercibidos posible. Del mismo modo; un buen hombre de ciencia extraterrestre preferiría observarnos sin ser visto. Y si los extraterrestres quieren entendernos realmente, lo más probable es que se mezclen con nosotros. ¿Qué mejor sistema que adoptar una apariencia humana, para pasar desapercibidos? De modo que quizás ya nos estén vigilando: quizá los extraterrestres están más cerca de lo que imaginamos. Sonidos De La Vida HumanaEl disco de larga duración más extraño y -quizás- más importante que se haya grabado en la Tierra, fue enviado al espacio a bordo de las dos naves Voyager lanzadas en agosto de 1977. Se trata de un disco de cobre de 30 cm de diámetro y 16 2/3 revoluciones por minuto; su duración es de 2 horas. Una selección de 116 imágenes, grabadas electrónicamente, muestran la vida en la Tierra en el siglo XX, incluyendo «fotos» de un feto, una madre y su hijo, una familia, gente de diferentes razas y diversas muestras de vida animal y vegetal. Varios edificios y una plataforma de lanzamiento de cohetes representan la tecnología humana. También hay saludos orales en 55 idiomas, así como sonidos: el viento, la marea, ranas, ballenas y sonidos no naturales, como el del motor de un tractor y el despegue del Saturno V. El inventor de Sonidos de la Tierra, el doctor Carl Sagan, lo describe como «una botella arrojada al océano cósmico». Pero, ¿la encontrará alguien? Y, si es así, ¿podrán entenderla los extraterrestres? |
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IDEA PRINCIPAL (PERSONAL)
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martes, 28 de septiembre de 2010
Semana de lo desconocido??
EXTRATERRESTRE EM INGLATERRA (Jaime Maussan):
EXTRATERRESTRE FILMADO:
ABDUCCION GRABADA POR CAMARA DE SEGURIDAD (REAL):
DUENDE EN MEXICO (REAL):
DUENDE EN ESPAÑA:
DUENDE EN BOLIVIA:
DUENDE REAL 3:
DUENDE EN BOLIVIA:
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jueves, 23 de septiembre de 2010
VIDEOS DE OVNIS ATRAVES DEL MUNDO
OVNIS DE SUMERGE DEBAJO DEL MAR:
OVNIS EN TURQUIA:
OVNIS:
OVNIS INVADEN Mauá/SP 2006 :
OVNIS EN PARIS:
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Ovnis en chile tras el Terremoto (2010)
OVNIS EN CHILE TRAS EL TERREMOTO
OVNIS DESPUES DEL TERREMOTO PARTE 1:
OVNIS ANTES DEL TERREMOTO:
SALFATE HABLA DE LOS OVNIS EN CHILE POST TERREMOTO 2010:
Publicado por Marcelo Kiedis en 17:55 2 comentarios
¿De donde viene el termino OVNI?
El término objeto volador no identificado, más conocido por ovni (del acrónimo OVNI, calco del acrónimo inglés UFO o Unidentified Flying Object), se refiere al avistamiento de un objeto volante, real o aparente, que no puede ser identificado por el observador y cuyo origen sigue siendo desconocido después de una investigación.
Generalmente se relaciona a los ovnis con platillos voladores. Aunque los avistamientos de fenómenos aéreos inusuales se remontan a la antigüedad, el término platillo volador se popularizó en 1947, podríamos decir que por error. El 24 de junio de ese año, el piloto civil norteamericano Kenneth Arnold vio, mientras volaba, una formación de nueve artefactos alados muy extraños cerca de Mount Rainier, en el estado de Washington, EE. UU. Arnold declaró a la prensa que esos objetos revoloteaban como barcos en aguas muy movidas, y para ejemplificarlo comparó el modo de vuelo que observó al de «un platillo lanzado a través del agua». Los periódicos lo interpretaron mal y lo citaron incorrectamente, diciendo que el piloto había visto naves en forma de platillos que volaban. «Dijeron que yo había dicho que eran "como platillos", cuando lo que yo dije fue que "volaban al estilo de un platillo"», declaró Arnold al célebre locutor Edward R. Murrow en una entrevista para la CBS, transmitida el 7 de abril de 1950 (Sagan, 1997).
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